Se trata de un personaje que influyó
en el desarrollo de la música europea, a partir del siglo IX, y que dio forma a
los usos y costumbres protocolarios en la corte del emir Abū l-Muţarraf
`Abd ar-Rahmān ibn al-Hakam (en árabe: أبو المطرف
عبد الرحمن بن الحكم), más
conocido como `Abd al-Rahmán II, emir de al-Andalus.
Miniatura árabe |
El período más floreciente en la música
árabe se produjo con la llegada de los abbasíes al poder en el año 750. Bagdad
pasó a ser el centro de todas las artes. La música fue
protegida y mimada por los califas, algunos de ellos poetas y compositores.
Esta época fue considerada como la Edad de Oro de la música árabe. En Iraq
nació una dinastía de filósofos liderada por Al-Kindi (s. IX), quien aplicaría
las teorías neo-platónicas de la Armonía Universal al laúd, considerado como el
"sultán” de los instrumentos. Entre los músicos destacaron el laudista
Al-Mawsuli y su hijo Ishaq.
En Bagdad surgió entonces la “nawba”,نوبة, o nuba, suite clásica oriental, que posteriormente se
desarrollaría en Al-Andalus, nūba andalusī (نوبة أندلسيّة). Durante este período apareció una figura clave en la
historia de la música: Abu l-Hasan Ali ibn Nafi` ( أبو الحسن علي ابن نافع), conocido como Ziryab (زرياب, «mirlo negro») debido a su tez oscura y hermosa voz. Fue un
poeta, gastrónomo, músico y cantante; de posible origen kurdo, aunque según
otras fuentes era un liberto de ascendencia negra (Irak, 789 - Córdoba, c.
857). Fue famoso por las costumbres refinadas orientales que introdujo en la
corte cordobesa. Sus cualidades provocaron las envidias de su maestro
Al-Mawsuli, de ahí que decidiera emigrar a otras tierras donde encontraría la
protección adecuada para su arte. En su huida de Bagdad se refugió primero
en Kairawán (Túnez), siendo más tarde invitado por Al-Hakam I a residir en su corte en
Córdoba. Su llegada a esta ciudad en el año 822 se produjo con la subida al
trono de Abderramán II, emir protector de las artes y el primero de Al-Andalus
en fundar un conservatorio de música.
Ziryab destacó como auténtico mecenas en
su corte, siendo considerado como el fundador de la escuela musical
andalusí. Era un auténtico polígrafo: poeta, literato, astrónomo, geógrafo y un
refinado esteta, pero ante todo fue un gran músico. Se dice que se sabía de
memoria las letras y melodías de diez mil canciones. Aquí encontró una tierra
donde desarrollar su ingenio, el lugar adecuado para seguir la tradición
oriental, al mismo tiempo que pudo desarrollar su espíritu creador y renovador,
inventando nuevas formas musicales.
Amparo Vico nos
narra la historia de Abu Al-hasan Ali ibn Nafi Ziryab en
el programa de TVE, Islam hoy de 29 de mayo de 2009
Parte de su legado:
Él
mismo fabricó sus propios instrumentos, los dio a conocer y los mejoró con sus
propias innovaciones. La laminilla de madera que se empleaba como plectro en el
“`ud” (laúd), instrumento árabe por excelencia, la sustituyó por la pluma de
águila, con lo que produjo un sonido más agradable. También le inventó una
quinta cuerda, situándola entre la segunda y la tercera.
Teoría
de los Humores
Hipócrates desarrolló la forma
de distinguir los Cuatro Humores, teoría que pocos
años después se vio reforzada por Platón (427-347 a.C.) y
Aristóteles (384-322 a.C.), así como también por algunos de sus discípulos
de la Escuela Peripatética, puesto que esa teoría se identificaba plenamente con la filosofía, de ahí que se formara
la idea de que los hombres tenían que estar perfectamente
equilibrados con el fin de evitar todo tipo de enfermedades tanto del cuerpo
como del espíritu, así como la estrecha relación que había con los cuatro elementos: el fuego, el aire, el agua y la
tierra además de algunas cualidades como caliente, frío, húmedo y seco,
elementos junto con cualidades a las que no se hizo referencia expresa hasta
los tiempos de Aristóteles en que aparecen muy claramente especificadas en la “Cosmología” de Empédocles.
El laud, reflejaba la teoría clásica de
los humores en cada una de las cuatro cuerdas. Ziryab lo que hizo, al
introducir la quinta cuerda, fue añadir la vena flemática: la cuerda del
sentimiento.
Sus enseñanzas fueron las auténticas
transmisoras de la música y los instrumentos andalusíes al resto de la
península ibérica y Europa. Fundó en Córdoba las primeras escuelas de canto,
que reunirían a artistas procedentes de muy diversos lugares de Oriente y
Occidente, estableciendo al mismo tiempo nuevos métodos para su enseñanza.